CONOCE QUÉ SON Y CÓMO FUNCIONAN LOS VIDEOJUEGOS FREE TO PLAY (F2P). PARTE 1.
EL CONCEPTO FREE TO PLAY SE HA POPULARIZADO EN LA ÚLTIMA DÉCADA; DEBIDO A QUE, CADA DÍA EXISTE UNA MAYOR VARIEDAD DE JUEGOS EN LÍNEA QUE SON GRATUITOS. SIN EMBARGO, TAMBIÉN SE HAN VUELTO MUY CONTROVERSIALES POR ESTAR RELACIONADOS CON LOS PAY TO WIN, ES DECIR, CON EL MÉTODO DE «PAGAR PARA GANAR».
En principio, los conocidos Free2Play hacen referencia a aquellos juegos que el desarrollador ofrece de forma gratuita y que, básicamente, no deberían pedir ningún costo para obtener ventajas.
La realidad de los juegos Free To Play.
Los juegos creados bajo esta modalidad, Free To Play, son tan atractivos para los jugadores que generan que se enganchen de tal forma que podrían acceder a pagar para obtener más recompensas. Es preciso recordar que, comúnmente, estos juegos fueron diseñados para que las personas solo tengan acceso funciones básicas gratuitas.
La mayoría también genera una gran experiencia competitiva entre los jugadores, este es el real motivo por el que recurren a los elementos que tienen un costo. De esta forma, los desarrolladores ofrecen contenido interesante y de edición especial por un precio menor al que se habría pagado por una versión completa del juego, por lo que termina siendo rentable para los creadores.
¿Free to play o es pay-to-win?.
La confusión es perfectamente válida; debido a que, los free-to-play suelen ofrecer ventajas a los jugadores a cambio de que paguen por contenido adicional. La mayoría de estas opciones son ofrecidas a los multijugador online, donde el nivel competitivo suele ser bastante alto. En este punto, los gamers invierten y adquieren algún tipo de beneficio, como armas o municiones o personajes que no pueden tener el resto de los participantes que no pagan por ello.
En este punto, se dividen los jugadores entre quienes dejan de jugar por estas condiciones y los que están dispuestos a conseguir estas ventajas sin importar el monto que deban cancelar en moneda real.
Candy Crush, Clash of Clans, Angry Birds, Fortnite, PUBG o Free Fire son algunos de los juegos gratuitos icónicos que se descargan en los teléfonos inteligentes o en tablets y que en algún punto ofrecen un canje con el jugador: pago con moneda real por vidas, accesorios o mejoras generales. Lo mismo ocurre con el videojuego de PC, League of Legends.
Cada vez es más común encontrar estos videojuegos que, aunque aparentan ser gratis, mantienen un sistema mixto. Los micropagos en línea para obtener «ventajas» se están volviendo cada vez más rentables para los desarrolladores.
Recordemos un poco cómo funcionan los micropagos: Cualquier juego que haya sido descargado ofrece la posibilidad de mejorar el estatus de los jugadores, usualmente con anuncios como «desbloquea esto para adquirir pistas», o «vidas» para el jugador o simples beneficios generales que le permitan un plus por encima de quienes se mantienen solo con la versión gratuita.
Se ha llegado a mencionar incluso que la adquisición de estos beneficios se ha convertido en una adicción para los gamers; por ende, eso se traduce en ingresos multimillonarios en el sector. De acuerdo con portales especializados, en el año 2018 la consultura Superdata afirmó que la industria llegó a producir más de 14 mil millones de dólares gracias al empleo de los micropagos.
Como otro dato, durante el año 2020, la empresa Electronic Arts llegó a publicar en el mes de febrero un informe de resultados con las ganancias obtenidas gracias a este método de venta y los ingresos superaron los dos mill 800 millones de dólares. Un estudio de Slotty Vegas , Epic Games, que es dueña de la popular «Fornite» informó que habría ganado más de cuatro millones de dólares al día, solo por las microtransacciones, lo cual podría traducirse en unos 3500 dólares por minuto y unos 58 por segundo. Se podría decir que el juego de los zombies y los supervivientes es probablemente el que más dinero genera al día.
De acuerdo con la web de videojuegos «CVG», la Oficina de Comercio Justo de Reino Unido se pronunció contra esta modalidad; puesto que, de acuerdo a sus legisladores «engañan» o están «siendo comercialmente agresivos o injustos» con el consumidor. Esta oficina se centra principalmente en si los videojuegos «free-to-play» incluyen «menciones directas» hacia niños, quienes podrían ser los más vulnerables a comprar de forma adictiva en estas plataformas.
«No estamos intentando prohibir las compras in-game (…) Estamos preocupados porque los niños y sus padres pueden estar sujetos a la presión injusta para comprar mientras están jugando con videojuegos que piensan que son gratuitos, pero que pueden suponer costes importantes», aseguró un portavoz de la CVG a los medios de comunicación.
Como hemos mencionado en otros artículos, legisladores belgas también tuvieron la intención de actuar contra estas microtransacciones; sin embargo, su propuesta presentaba varios problemas, entre ellos, insistía en clasificar estas cajas loot como «apuestas», una denominación más legal que práctica y que es imposible aplicar a casi nada de lo relacionado con los videojuegos. Lamentablemente, lo que en Bélgica puede ser considerado como una «apuesta», en las exigencias españolas, inglesas, norteamericanas o francesas no corresponde; debido a que, estos cofres no ofrecen dinero a cambio sino recompensas al azar, es decir, el jugador siempre obtiene algo por su inversión inicial.
Aunque muchos de los artículos publicados sobre el Pay To Win tengan una tendencia sensacionalista, lo cierto es que sí pueden generar adicción, al menos así lo afirma la neurociencia del aprendizaje. Pero no es algo solo de los videojuegos, se relaciona con todo lo que produzca una satisfacción instantánea que suponga una descarga dopamínica que nos genera craving, la fuerza motivadora principal de la conducta adictiva. Lo mismo podría ocurrir con el deporte, la televisión o las relaciones.
Algunos inconvenientes con el modelo «Free To Play».
En principio, el problema real se centra en que al decir «juegos gratis o juega gratis» es un engaño a medias. Pese a que el jugador sí puede acceder de forma gratuita, la realidad es que no podrá superar muchos obtáculos si no le retribuye al juego algún intercambio con una moneda real.
Una forma de ver esto, más allá de ser moralistas, es aceptar que los videojuegos pertenecen a una industria y una industria es un negocio. Muchos de los usuarios cosideran que estos juegos son «pura diversión», pero la verdad es que detrás de ellos se encuentra un gran número de desarrolladores y eso es dinero.
Hay otros que dicen: «No entiendo si entré gratis, terminé gastando unos 50 euros, pero bueno no es mucho», y tienen razón en ambas cosas; sin embargo, no debemos equivocarnos, pongamos también como ejemplo Fallout 4, es increíble, millones de dólares, pero para hacer un juego como Shelter no es ni mucho menos caro. Debe de haber proporcionalidad en este sentido. Todos y cada uno de los juegos free-to-play tienen como propósito último y primero hacer dinero. Tan sencillo como eso. No hay más, así también lo afirma uno de los portales especializados.
Hay que aprender a ver y a leer entrelíneas cuáles son las tácticas utilizadas para «sacarnos el dinero», entre ellas están las llamadas: monedas de «broma» que utilizan la mayoría de juegos free-to-play. Lo explicamos mejor, en vez de mostrarnos con claridad cuánto gastaremos en dólares o euros, los juegos nos muestran monedas ficticias que se traducen finalmente en moneda real.
El costo puede estar disfrazado por lingotes de oro, tuercas, caramelos o cualquier otra simbología relacionada al juego. Puede parecer algo sin importancia, sobre todo si lo analizamos desde una perspectiva gamer adulta; sin embargo, no aplica igual si quienes lo hacen son niños o menores de edad. Hay que decir que parte de los millones de ingresos de la industria provienen de estos niños que compran desde su móvil, o el de sus padres, sin saber muy bien qué están haciendo.
¿Quieres avanzar? Pues paga.
La dificultad irá incrementándose nivel tras nivel, justo cuando la emoción de superar los obstáculos esté a tope, justo en ese momento llega la trampa. Mientras el entusiasmo y las ganas de continuar en el juego incrementan, la cosa se va poniendo mucho más lenta y repetitiva. Es en este punto que los desarrolladores nos dejan solo dos opciones: echar más horas de las que tiene sentido a una mecánica de juego simple, repetitiva y aburrida o, la que mejor se presenta, pagar para avanzar.
Uno de los mejores ejemplos para explicar esta dinámica se refleja en Candy Crush, el famoso juego de los caramelos le da al jugador cinco vidas para jugar y en el momentos en que se te acaban, como ya muchos lo sabemos, toca esperar unas horas para poder seguir jugando.
Por supuesto, la manipulación y adicción del juego te tenta para que tomes una decisión mucho más rápida y atractiva: paga para recuperar o multiplicar las vidas y obtener más ventajas sobre los obstáculos.
La «invitación» suena tan atractiva que cientos de miles de personas no lo piensan, sobre todo, como hemos insistido, ocurre más seguido en los menores de edad, quienes se dejan llevar con más facilidad por el engaño de los desarrolladores. Llega un punto dentro del juego que se convierte en una necesidad «vencer el obstáculo» a toda costa con tal de ganar, si bien los creadores necesitan generar ingresos, también es necesario mantener la supervisión en los más jóvenes al momento en que ingresan en estas plataformas.
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